27 de diciembre de 2011

Y en este año nuevo, en este año nuevo brindo por vos. Porque fuiste lo mas lindo y lo mas feo de mi 2011. Porque me mostraste el mas lindo de los cielos, pero también me dejaste en la puerta del infierno junto al diablo. Porque me enseñaste a sonreír, y al mismo tiempo fuiste la persona que mas lágrimas me sacó. Me diste los abrazos más cálidos, pero me dejaste sin abrigo en el mas frío invierno. Me valoraste y desvaloraste, al mismo tiempo que un nene juega en una calesita. Porque te amé con rabia, con odio, y te odié con todo el amor. Porque me volviste loco, pero me hiciste feliz. Brindo por tu histeria, por tu locura, por tu amor, por el dolor que me causaste, porque iba todo en viento en popa, porque dejamos de navegar. Brindo por tu mirada en la que alguna vez me vi. Brindo por tu sonrisa que me hizo, hace, y siempre me hará feliz a pesar de todo. Brindo por el corazón que nunca llegué a enamorar, pero que latió por mi en varios momentos, y brindo por el mío, al que enamoraste y latía tan solo por vos. Brindo por lo fiel que fue mi mano al no querer soltarte. Brindo por la tuya, por dejarme caer. Brindo por tus labios que alguna vez pude rozar, y que ahora quiero olvidar. Brindo por tu cintura a la que alguna vez me agarré y me sentí seguro. Brindo por tus pies que alguna vez caminaron a la par junto a los míos (Esos mismos que te llevaron bien lejos). Brindo por tu cabeza, en la que muchas veces estuve, y la que ahora me quiere olvidar. Brindo por los recuerdos, la melancolía, la nostalgia, eso que me dejó tu ida. Brindo por las peleas, por los momentos lindos. Brindo porque ya no estás mas a mi lado, donde me hiciste tan feliz y tan mal. Brindo por mi amor, por tu querer, porque te fuiste, y te llevaste hasta mi piel. Brindo porque sos la única persona que logra que me arrepienta de todo, y al mismo tiempo que sonría por lo que vivimos. Brindo por vos. Brindo por todo lo que hiciste que viva y sienta en este 2011. Gracias por lo que me enseñaste sin saber que estaba aprendiendo. Adiós, y que te vaya bien.







                                                   Federico Adelmar Babarro (fAb')

10 de diciembre de 2011

Camino por mi camino, mi camino es una ruta con un solo carril, el mío.

A mi izquierda un muro eterno, separa mi camino del camino de alguien que transita a mi lado, del otro lado del muro.
De vez en cuando en este muro hay un agujero, una ventana, una hendidura… y puedo mirar hacia el camino de mi vecino o vecina.
Un día mientras camino, creo ver, del otro lado del muro, una figura que pasa a mi ritmo, en mi misma dirección.
Miro esa figura: es una mujer, es hermosa.
Ella también me ve. Me mira.
La vuelvo a mirar.
Le sonrío… y me sonríe.
Un momento después ella sigue andando su camino y yo apuro la marcha porque espero ansiosamente la próxima oportunidad de cruzarme con esa mujer.
En la próxima ventana me detengo un minuto.
Cuando ella llega, nos miramos a través de la ventana.
Parece tan encantada conmigo como yo con ella.
Le digo por señas lo mucho que ella me agrada.
Me contesta por señas. No sé si significan lo mismo que las mías, pero intuyo que ella entiende lo que quiero decirle.
Siento que me quedaría un largo rato mirándola y dejándome mirar, pero sé que mi camino continúa…
Me digo que más adelante en el camino, habrá seguramente una puerta y quizás pueda yo cruzar a encontrarme con ella.
Nada da más certeza que el deseo, así que me apuro por encontrar la puerta que imagino.
Empiezo a correr con la vista clavada en el muro.
Un poco más adelante la puerta aparece.
Allí está del otro lado, mi ahora deseada y amada compañera, esperando, esperándome.
Le hago un gesto, ella me devuelve un beso en el aire.
Me hace una seña como llamándome. Es todo lo que necesito.
Emprendo contra la puerta para reunirme con ella, de su lado del muro.
La puerta es muy estrecha, paso una mano, paso el hombro, hundo un poco la panza, me retuerzo un poquito sobre mí mismo, casi consigo pasar mi cabeza pero mi oreja derecha se queda trabada.
Empujo.
No hay caso, no pasa.
Y no puedo usar mi mano para torcerla, porque no podría poner ni un dedo allí…
No hay espacio para pasar con mi oreja, así que, tomo una decisión…
(Porque mi amada está allí, y me espera…).
(Porque es la mujer que siempre soñé y me llama…)
… Saco una navaja de mi bolsillo y de un sólo tajo rápido, me animo a darme un corte en la oreja para que mi cabeza pase por la puerta.
Y tengo éxito, mi cabeza consigue pasar…
Pero después de mi cabeza, veo que es mi hombro el que queda trabado.
La puerta, no tiene la forma de mi cuerpo.
Hago fuerza, pero no hay remedio, mi mano y mi cuerpo han pasado, pero mi otro hombro y mi otro brazo no pasan…
Ya nada me importa, así que…
Retrocedo, y sin pensar en las consecuencias, tomo envión y fuerzo mi paso por la puerta.
Al hacerlo, el golpe desarticula mi hombro y el brazo queda colgando como sin vida, pero ahora, afortunadamente, en una posición tal que no puedo atravesar la puerta…
Ya casi… casi, estoy del otro lado.
Justo cuando estoy a punto de terminar de pasar por la hendidura, me doy cuenta de que mi pie derecho se ha quedado enganchado del otro lado.
Por mucho que fuerzo y me esfuerzo, no puedo pasarlo.
No hay caso, la puerta es demasiado angosta para que mi cuerpo entero pase por ella.
Demasiado angosta, no pasan mis dos pies…
No lo dudo. Estoy ya casi al alcance de mi amada.
No puedo echarme atrás… Así que, agarro el hacha, y apretando los dientes, doy el golpe y desprendo la pierna.
Ensangrentado, a los saltos, apoyado en el hacha y con el brazo desarticulado, con una oreja y una pierna menos, me encuentro con mi amada.
Le digo:
- Aquí estoy. Por fin he pasado. Me miraste, te miré, me enamoré. He pagado todos los costos por ti… Todo vale en la guerra y el amor. No importan los sacrificios… valían la pena si eran para encontrarse contigo… para poder seguir juntos… juntos para siempre…
Ella me mira, se le escapa una mueca y me dice:
- Así no, así no quiero… A mí me gustabas cuando estabas entero.









                                    
Federico Adelmar Babarro (fAb')